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CIP | Calidad en Auditorías

Excedentes Fiscales y Pérdida Contable en las Entidades del Régimen Especial


El decreto 4400 de diciembre de 2004 dispuso que las entidades pertenecientes al Régimen Tributario Especial del Impuesto sobre la Renta (mencionado en los artículos 19 y 356 a 364 del Estatuto Triburtario) podrían tomar su excedente fiscal como exento si el excedente contable del ejercicio era utilizado en la forma en como se lo exigen los artículos 8 y 12 del mencionado decreto 4400.
Por ejemplo, en el artículo 8 del decreto 4400 -aplicable a las entidades de los numerales 1 a 3 del artículo 19 del Estatuto Tributario, entre ellas las corporaciones y fundaciones sin ánimo de lucro- se exige que el excedente contable se destine y ejecute dentro del año siguiente al de su obtención, o dentro de los plazos adicionales establecidos por la asamblea general o máximo órgano directivo que haga sus veces, a las actividades propias de la entidad (salud, deporte aficionado, educación, etc.).

Y en el artículo 12 del mismo decreto 4400 (aplicable a las entidades del numeral 4 del art.19 del Estatuto Tributario, es decir, las cooperativas) se exige que se cumpla con lo indicado en la ley 79 de 1988 y con invertir un 20% del excedente contable a financiar cupos y programas de educación formal en instituciones autorizadas por el Ministerio de Educación Nacional (al respecto, véase el decreto 2880 de septiembre de 2004).
  

El escenario en el que “ganan todo”

Como se ve, las entidades del régimen tributario especial estarían obligadas entonces a dar destinaciones muy puntuales a sus excedentes contables si es que pretenden que sus excedentes fiscales puedan ser tratados 100% como exentos del impuesto de renta y con ello ahorrarse el 20% que liquidarían sobre el mismo.
Sin embargo, es importante saber que en caso de que estas entidades en su declaración de renta lleguen a liquidar una pérdida fiscal y no un excedente fiscal, pero al mismo tiempo en sus resultados contables sí obtengan un excedente contable, en ese caso ni pagan impuesto ni están obligadas a dar a sus excedentes contables la destinación específica que antes mencionados.
Así lo ha dicho la misma DIAN cuando en su concepto 64449 de septiembre de 2005 (aplicable a las cooperativas) indicó lo siguiente:
“La destinación del beneficio neto o excedente contable, en los términos del artículo 12 del Decreto 4400 de 2004, es una condición para que el beneficio o excedente fiscal sea exento del impuesto sobre la renta; si este excedente (el fiscal) no se produce, sino que, por el contrario, se obtiene una pérdida, la destinación del excedente contable deja de ser obligatoria, pues no existe un beneficio fiscal respecto del cual deba solicitarse la exención.”
Y en otro concepto posterior, el concepto 75064 de septiembre de 2006 (aplicable a las demás entidades del régimen tributario especial), sostuvo el mismo razonamiento del concepto 64449 de 2004 y dijo lo siguiente:
“si la entidad sin ánimo de lucro no obtiene un excedente fiscal el cual pueda aplicarse la exención, por sustracción de materia, no es exigible el requisito previsto en el parágrafo del artículo 8° del Decreto 4400 de 2004, modificado por el artículo del Decreto 640 de 2005.”
Como quien dice, con esos escenarios de pérdida fiscal y utilidad o excedente contable, las entidades del régimen tributario especial se las ganan toda (no pagan impuesto y no están obligados a invertir sus excedentes contables). Pero habría otro escenario en el que sí perderían por punta y punta…

El escenario en el que “pierden todo”

En efecto, si pensamos en el escenario contrario, es decir, cuando las entidades del régimen especial obtienen un excedente fiscal pero una pérdida contable, surge inmediatamente la pregunta: ¿se puede tomar como exento el excedente o utilidad fiscal si sucede que no habrá ningún excedente contable que se pueda invertir en los términos exigidos por el decreto 4400?
Para esta situación no conocemos si la DIAN ha dado alguna opinión. Pero se podría concluir que como tomar el excedente fiscal como exento es un beneficio condicionado a que se invierta un excedente contable, entonces, por no haber excedente contable para invertir, no se cumple entonces con la condición para que se otorgue la exención y en ese caso la entidad del régimen especial, con todo y su pérdida contable, sí tendría que liquidar impuesto sobre su excedente fiscal.
Como se ve, las entidades del régimen especial pueden enfrentar dos escenarios extremos: uno en le que “ganan todo” y otra en la que “pierden todo”Por actualiceseTexto Online



"MAPAS DE RIESGOS MULTIDIMENSIONALES"




Por Jesús Aisa Díez

 
Recientemente he tenido la oportunidad de asistir a la 17ª Jornadas de Auditoría  promovidas por el Instituto de Auditores Internos de España, celebradas los pasados días 21 y 22 de Noviembre en Madrid, en las que tuve ocasión de escuchar diversas ponencias relacionadas con el ejercicio de nuestra profesión, todas ellas muy interesantes y con enfoques fundamentalmente orientados a la mejora de la eficiencia de la actividad. De ellas, quizás la que más me impactó fue la desarrollada por PWC, titulada “COSO 3. Principales novedades en el Marco de Control Interno actualizado”. A través de la cual se expusieron los cambios que se pretenden introducir en este protocolo, cuya nueva edición se espera aparezca en el primer trimestre del próximo año. Los cuales se identificaron con:
 
1º) Establecer los objetivos del negocio como condición previa a fijación de los objetivos de Control Interno.

2º) Ampliación del objetivo de reporting, que ya no se limitará exclusivamente a los financieros.

3º) El nuevo Marco actualizado introducirá 17 principios a los que se asocian determinados puntos de enfoque, con los que se producirán cambios en sus 5 componentes, a saber: (i) ambiente de control,
(ii) evaluación de riesgos,
(iii) actividades de control,
(iv) información y comunicaciones y
(v) monitorización, que se mantienen cuantitativamente como en la primera versión, aunque anecdóticamente modificándose el cubo que representa el modelo COSO I, ya que el ambiente de control se encuentra ahora situado en el nivel más alto del paralelepípedo que lo representa.

Por todo ello lo primero que se puede observar, desde mi perspectiva, es que hay una evidente retroalimentación de ERM, también llamado COSO II, hacia el conocido como COSO I. Lo cual no es de extrañar, ya que esto estaba en el propio ADN de ambos protocolos, dado que ERM se entendía que no anulaba al COSO I, sino que lo ampliaba y perfeccionaba.

Por todo ello, si ahora procede modificar COSO I, denominándolo por los ponentes de PWC que nos lo describieron, como COSO 3, sería de esperar que los cambios que en él se produzcan den pié a una nueva versión del ERM, ¿Podríamos llamarla COSO IV?.

Pero veamos qué cambios se incluyen en COSO 3 que no sean consecuencia de COSO II, y que, por consiguiente, podrían inducir a una próxima versión del protocolo ERM/COSO II, el que anteriormente me he permitido la licencia de aventurar su calificación como COSO IV. De ellos los que podrían ser más significativos son los que afectan a la Evaluación de riesgos recogidos en el principio nº 7, el cual señala que, en lo sucesivo debe tenerse en consideración, aparte de los atributos del impacto y probabilidad, los de la velocidad de expansión de las amenazas, así como su persistencia, ya que estas nuevas características de los riesgos permitirán una mejor evaluación de los mismos, dado que, por ejemplo, no debería ser evaluado de la misma forma el riesgo de incendio de un almacén a través exclusivamente de sus atributos de impacto y probabilidad, dado que si estamos frente a la posibilidad de que se produzca el incendio en un almacén de productos terminados de índole agrícola, o si este se produce en un almacén de productos inflamables, dado que la capacidad de reacción es diferente en ambos casos, aunque coincidan las consecuencias estimadas y la probabilidad de ocurrencia. Por ello, si lo que se modifica en este sentido en COSO I, debiera trasladase a ERM, es de esperar que en breve este protocolo tenga la necesidad de actualizarse recogiendo los cambios conceptuales que se hayan incorporado en el Marco sobre el Control Interno. En este sentido es de esperar que los mapas de riesgo no deberían tener solo dos dimensiones (impacto y probabilidad), sino que habría que pasar al menos a tres: Impacto, probabilidad y velocidad de ocurrencia. Con lo que se habrá introducido una enorme complejidad en la elaboración e interpretación de los mapas de riesgos, que pasarían a ser tridimensiones, lo cual no resultará sencillo de representar, ni de interpretar.

Hasta donde me ha sido posible conocer, esta previsible interrelación y retroalimentación bidireccional entre los protocolos COSO´s relativos a control interno (COSO I) y el correspondiente a la Gestión de Riesgos Empresariales (ERM-COSO II), ya se ha visto materializada en un nuevo documento del Committee of Sponsoring Organizations of the Treadway Commission, de fecha Octubre 2012, denominado “Risk assessment in practice”, en el que, con la participación ahora de Deloitte & Touche, se concluye que en el desarrollo de los criterios de evaluación de los riesgos deben considerarse también otras características como por ejemplo: la vulnerabilidad ante las amenazas y la velocidad de inicio de las mismas.

 
Por todo ello, dicho estudio concluye entre otras interesantes recomendaciones, como nos temíamos, que la evaluación de los riesgos no es solo dependiente del impacto y la probabilidad, sino que intervienen otras cuestiones, como, por ejemplo: la vulnerabilidad y la velocidad de aparición, así como todas otras variables que determinen el rango de los riesgos

 
Según el citado documento se entiende por vulnerabilidad la susceptibilidad de la entidad ante un evento de riesgo en términos relacionados con la preparación de la misma ante la amenaza, su agilidad y adaptabilidad. Cuanto más vulnerable sea la entidad al riesgo, mayor será el impacto si el evento ocurre. Si las respuestas al riesgo, incluyendo los controles no están en su lugar y no resultan operativos según lo diseñado, entonces la probabilidad de ocurrencia de los eventos estará en aumento. La evaluación de la vulnerabilidad permite a las entidades medir qué tan bien se están controlando los riesgos. Aspecto este último que me gustaría subrayar ya que entiendo es básico para la conclusión final de mis reflexiones.

Incluyéndose como recomendable el levantamiento del mapa de riesgos según el esquema que seguidamente se reproduce de manera literal:

Sugiriendo que la velocidad de aparición se represente en los mapas dando una adecuada dimensión a los puntos que reflejan los riesgos en una representación de dos dimensiones, de forma que su mayor superficie sea entendida como una mayor correlación con la velocidad de aparición estimada. Sin embargo no se ofrece alternativa aplicable a la vulnerabilidad estimada, que se nos ocurre se podría asociar a la forma asignada al símbolo que represente al riesgo (cuadrada, rectangular, elipsoidal, hexagonal, etc) según el convenio previamente establecido, y así sucesivamente de hacer participar en la evaluación de los riesgos otras características.

Admitiendo la incidencia que estas nuevas variables tienen en una adecuada gestión de los riesgos, modestamente opinamos que estas no deberían ser contempladas en la etapa de Evaluación de los riesgos, puesto que, si volvemos la vista a atrás, y recordamos los cambios en los elementos que componen COSO I y COSO II, hemos de observar que en COSO II la Evaluación de riesgos se complementa incluyendo el correspondiente a Identificación de eventos y Respuestas al riesgo, siendo en este último elemento (Respuesta a los riesgos) en dónde debería tenerse en consideración las nuevas variables citadas (Vulnerabilidad y velocidad de aparición), ya que serán las que validen como apropiadas las medidas de control que se habiliten.

Por lo tanto, estimamos como un gran avance que la gestión/administración de los riesgos contemplen las otras características que los definen, de forma que estas puedan ser tenidas en consideración en la determinación de los controles que se consideren pertinentes u oportunos en base a las características de todo tipo que definirán los riesgos, pero sin que las mismas se hagan intervenir de forma directa en la confección o priorización de los riesgos, puesto que, como no recuerdo quién lo dijo: lo mejor enemigo de lo bueno, y las mejoras que podríamos obtener con este cambio de metodología en la forma de levantar los mapas de riesgos, vendría amortiguada por la dificultad de su confección y su posterior interpretación.


Resumiendo, un sí rotundo a que en la determinación de los controles a implementar se consideren las distintas variables que permitan calificar de forma adecuada a las amenazas que se prevea puedan afectar a los objetivos empresariales, pero que ello no modifique la forma de valorarlas, que sugerimos seguir haciéndolo en base a su impacto y probabilidad, aunque se puedan posteriormente tipificar adecuadamente con las demás características que los definen. Esta posición no es nueva, ya que es evidente que cuando actualmente nos decantamos por un tipo de control, previamente habremos considerado, por ejemplo, cual es el medio en el que tengamos que desenvolvernos, pues no será lo mismo atender a un riesgo en un medio terrestre que otro marítimo. Siendo en ambos casos diferentes las medidas de control que en cada caso adoptemos.
 

Por Jesús Aisa Díez

Una Auditoría Cordial y Gentil


Lawrence De Berry, CPA, CISA, en la Revista “Internal Auditor” del The Institute of Internal Auditors (IIA) , propone cinco reglas que pueden ayudar a los auditores a lograr mayor efectividad en la presentación de sus informes de auditoría y a conseguir que sus recomendaciones sean consideradas e implementadas, para la consecución de resultados positivos.

REGLA 1: TRATE AL CLIENTE DE AUDITORÍA CON RESPETO
Incluso merecen ser tratadas con respeto aquellas personas que concienzuda y deliberadamente cometen infracciones. Los auditores que siguen esta primera regla se aseguran así de que sus clientes estén preparados para recibir el informe de auditoría, comparten los resultados con sus clientes en la medida en que el trabajo avanza y discuten asuntos que pueden representar debilidades de control o ineficiencias, de forma directa, con los responsables de las áreas involucradas. Antes de la emisión de sus informes, este tipo de auditores, tienen la oportunidad de conocer si el cliente está de acuerdo con los hallazgos y reciben de ellos sus opiniones con relación a la forma de mitigar los riesgos de control o de crear procesos más efectivos.

REGLA 2: DELE A SUS CLIENTES EL BENEFICIO DE LA DUDA
El auditor debe saber darles crédito a sus clientes sobre el trabajo que realizan, conforme a lo que ellos consideran que es correcto, aun cuando sus acciones eventualmente puedan resultar inapropiadas o equivocadas. Este tipo de reconocimiento puede ayudar a desarmar a los clientes, propiciando las condiciones para una retroalimentación más constructiva. Así, cuando se realicen posteriormente las actividades de seguimiento y se requiera la opinión de ese mismo cliente para que le facilite soluciones prácticas, éste estará más inclinado a sentirse parte de la solución, siendo más probable que implemente los cambios recomendados. Los clientes tienen una mayor tendencia a compenetrarse con los procesos que desempeñan y, a identificarse con las recomendaciones propuestas cuando sus opiniones han sido solicitadas.

REGLA 3: ESCOJA SUS BATALLAS CUIDADOSAMENTE

Cuando los auditores encuentran una debilidad significativa sobre efectividad o eficiencia, éstos deben convencer y llegar a un acuerdo con aquellos responsables de implementar los cambios recomendados. Si los auditores no llegan a un acuerdo con el cliente, es probable que sientan la necesidad de imponer sus opiniones. En estos casos, el uso de la agresividad puede traer consigo dos posibles resultados: 1. El auditor no logra nada, debido a que el cliente tiene mayor credibilidad en su propio juicio que en el del auditor; resultando que, a partir de ese momento, los clientes muestren menos voluntad para cooperar con los auditores, un efecto que puede propagarse a otras áreas de la empresa. 2. El auditor gana la batalla pero pierden la guerra. La aplicación obligada de cambios y recomendaciones propuestas crea un ambiente hostil hacia todos los miembros del equipo de auditoría interna. Los clientes buscarán la forma de probar que los cambios son innecesarios, inviables y contraproducentes, con una gran probabilidad de que vuelvan a sus antiguos procedimientos y métodos de trabajo. Para evitar conflictos innecesarios los auditores internos deben escoger sus batallas cuidadosamente, por lo que deben persuadir a sus clientes para que reconozcan la importancia de resolver los problemas que son identificados.

REGLA 4: ACENTÚE LO POSITIVO
Los auditores  deben estar conscientes sobre la necesidad de mantener un enfoque positivo en el proceso de comunicación de los hallazgos. Asimismo, deben estar en capacidad de comunicar los resultados y las recomendaciones, sin utilizar un lenguaje negativo o acusatorio. Por otro lado, deben evitar la tentación de utilizar un tono subjetivo de corte editorial, manteniendo la objetividad y el profesionalismo en su trabajo. Asegurándose de darle crédito a sus clientes para obtener acuerdos positivos, en lugar de simplemente discutir problemas y debilidades. Un enfoque y lenguaje positivos promueven el dialogo entre las personas; mientras que un enfoque negativo usualmente resulta en murallas que son levantadas para mantener a los auditores externos y a sus nuevas ideas a distancia.

REGLA 5: SEA INFORMATIVO
Para garantizar que los clientes leen y comprenden los informes, los auditores deben prestar atención en lo esencial de su contenido y estructura. Los asuntos que son reportables en el informe, requieren ser suficientemente desarrollados y presentados en una forma convincente. Para asegurar que las observaciones sean informativas y útiles, De Berry propone cinco elementos:

· El criterio: son las normas y principios que llevan al auditor a considerar que un problema o debilidad de control puede existir.
· La condición: explica lo que está ocurriendo (por ejemplo: el estado actual de un proceso), enfocándose únicamente en los hechos.
· La causa: ayuda a explicar la desviación del criterio y el por qué las desviaciones existen.
· El efecto: responde la pregunta ¿Qué impacto tiene?. Sin un efecto convincente, no se podrá afirmar la existencia de una desviación y por lo tanto no se tendrá una observación de auditoría válida.
 · La recomendación: describe la acción que deberá considerar la gerencia. Se debe proponer una solución a la condición, sobre la cual las partes involucradas se muestren dispuestas a cumplir y aplicar.
 
Los auditores además deberán considerar un sexto elemento no mencionado: la respuesta. Las respuestas le proporcionan a la gerencia una oportunidad de aportar su opinión sobre los hallazgos de auditoría señalados en el informe.


AGENTES DE CAMBIO POSITIVOS
Cuando realizan su trabajo, los auditores necesitan recordar que ellos son parte del equipo de la organización, por lo que se debe enfocar cada trabajo de auditoría con una mentalidad cooperativa. Para obtener óptimos resultados, los auditores deben conducirse de una forma tal que los clientes puedan verlos como asesores de confianza. Como agentes de cambio positivos, los auditores deben convertirse en compañeros valiosos – no en personas ajenas a la organización, que hacen que otros se pongan a la defensiva y se resistan a los cambios constructivos. Después de todo, el éxito de los informes de auditoría está determinado en gran medida por la actitud y la manera en que los auditores internos llevan a cabo sus funciones.


Por Lawrence De Berry, CPA, CISA
Fuente :Revista “Internal Auditor” (Octubre)
del The Institute of Internal Auditors (IIA)


"El Risk Control Self Assessment (RCSA)- El control de riesgos Autoevaluación: Una combinación de técnicas de evaluación de riesgos del ISO 31010 "

Para los que utilizamos en nuestro trabajo la herramienta del Control Self Assessment (CSA) y el Risk Control Self Assessment (RCSA), no debemos dejar pasar la oportunidad para resaltar la similitud que existen con algunas de las técnicas de evaluación de riesgos señaladas en el ISO 31010.
 

¿Qué es en esencia el CSA y RCSA?

Es el resultado de una serie de actividades informales orientadas a extraer una opinión por consenso sobre la marcha de los controles y riesgos respectivamente. Una característica básica es que se obtiene opinión de un grupo representativo mediante sesiones, entrevistas o cuestionarios de manera anónima. Sus resultados constituyen actividades a enmendar a la brevedad a iniciativa de los interesados.

Si quisiéramos descomponer la práctica del CSA y RCSA y hallar qué tipo de técnicas de evaluación de riesgos ISO 31010 se asemejan, no cabe duda que sería la combinación de muchas de ellas, entre las cuales están: Lluvia de ideas, entrevista estructuradas o semi-estructuradas, técnica delphi, técnica estructurada “what-if”, evaluación de la fiabilidad humana, análisis de impacto de negocio, análisis de árbol de defectos, análisis de causa – efecto, entre otras.

Es reconfortante y hasta halagador reconocer que quienes dieron origen a las herramientas del CSA y RCSA, no hicieron más adelantarse en sintetizar y dar uso práctico a muchas de estas técnicas de evaluación de riesgos seleccionadas por el ISO 31010, algunas de ellas bastante habituales.
 
 
®. All Rights Reserved para:

Alberto Villanueva Chang

CINCO SEÑALES SOBRE FALLAS EN LA PREPARACIÓN DEL PLAN DE AUDITORÍA

 

Bruce McCuaig, refiere en su artículo "5 Signs that your audit planning aproach is failing" algunas interesantes preguntas: ¿Cuál es la diferencia entre un Plan de Auditorías y una Lista de Auditorías?, ¿Puede responder a la pregunta sobre por qué los auditores están aquí?, ¿Son excesivos los requerimientos especiales?, ¿Puede explicarse lo que no está en el plan anual de auditorías?, ¿Se han consultado las evaluaciones de riesgo de la Gerencia?, ¿Provee el Plan de Auditorías una base suficiente para formularse una amplia opinión sobre toda organización?...

Según el autor, una manera de iniciar la planificación del año siguiente es evaluando el plan actual y el anterior, e incluyendo en la discusión a los Gerentes para lograr una mayor comprensión de los asuntos que ellos enfrentan (sus necesidades) y la identificación del modo en que la actividad de auditoría puede añadir valor. Por lo que importa definir donde y qué debe ser auditado, cuáles servicios específicos de aseguramiento se deben proporcionar y cuando, así como qué valor añadirá la actividad de auditoría a la organización. Por otra parte, sobre los requerimientos especiales se señala que la utilización de recursos de auditoría, más allá del 10%, para atender tales requerimientos especiales, puede ser evidencia de fallas en el proceso de planificación. Sobre este aspecto, es importante destacar la necesidad de facilitar a la Gerencia la comprensión de las implicaciones y consecuencias que, eventualmente, puede traer consigo el hacer cambios para la satisfacción de requerimientos especiales.
Asimismo, McCuaig considera que en la mayoría de los casos, la cobertura anual de auditoría no debería exceder el 5% de los asuntos posibles de aseguramiento existentes en el universo, por lo que antes que determinar lo que debe ser auditado, puede resultar más relevante decidir qué debe dejarse por fuera del plan. Con relación a las evaluaciones de riesgo de la Gerencia, menciona que una alternativa es considerar como estrategia de aseguramiento por parte de auditoría la inclusión de las revisiones de tales evaluaciones, con el propósito de determinar el grado de confiabilidad, lo cual implica practicar un proceso de verificación bastante distinto al de una auditoría regular, como uno de los criterios a emplear en el proceso de planificación de auditorías.

El plan de auditorías deberá estar diseñado para reunir la evidencia que permita soportar una opinión sobre la eficacia del control interno, por lo que es recomendable al diseñar la planificación que cada auditoría deba ser seleccionada, en parte, considerando cómo ésta contribuirá a nivel macro.
La diferencia entre una un plan de auditorías y una lista de auditorías, radica en que un plan de auditorías debe ser cuidadosamente diseñado para asegurar que los accionistas o miembros del Consejo o Directorio, dispongan continuamente de información confiable sobre el grado de adecuación de los procesos de gestión de riesgos, control y gobierno a los Estándares Internacionales para la Práctica Profesional de Auditoría, y sobre la capacidad de la unidad de auditoría interna para añadir valor. Por todo lo anterior, McCuaig considera importante que los equipos de auditoría se tomen el tiempo necesario para la revisión del proceso de planificación, toda vez que dicha revisión puede marcar la verdadera diferencia entre una unidad de auditoría interna promedio y una sobresaliente.
 
Fragmento texto®. All Rights Reserved por:
Bruce McCuaig

Escepticismo Profesional. En una auditoría de estados financieros

El escepticismo profesional es fundamental para mantener una actitud objetiva e independiente, que permita al auditor adoptar un enfoque de indagación, al probar, corroborar y evaluar la información, y llegar a conclusiones. En este sentido, el escepticismo profesional está directamente vinculado con los principios éticos de la objetividad e independencia del auditor. La independencia del auditor incrementa su capacidad para actuar con integridad, objetividad y con una actitud de “alerta”.


El escepticismo profesional también incluye una evaluación crítica de la evidencia de auditoría, que comprende la información que sustenta y corrobora las aseveraciones hechas por la Administración, así como aquella información que las contradiga. Esto significa cuestionar y considerar la suficiencia y competencia de la evidencia de auditoría obtenida en relación con las circunstancias.

Por supuesto, los aspectos de dificultad, tiempo o costo involucrado, no son justificación válida para que el auditor omita algún procedimiento de auditoría, para el que no haya otra alternativa o para que esté satisfecho con evidencia de auditoría que sea menos contundente para soportar sus conclusiones.

¿Por qué es importante el escepticismo profesional?

El escepticismo profesional desempeña una parte integral del conjunto de habilidades del auditor y está estrechamente relacionado con el juicio profesional. Ambos son esenciales para desempeñar una auditoría independiente y son elementos clave que contribuyen a la calidad de la auditoría.
El escepticismo profesional facilita el ejercicio de un adecuado juicio profesional del auditor, especialmente sobre decisiones, respecto a, por ejemplo:
La naturaleza, la oportunidad y el alcance de los procedimientos de auditoría a realizarse.
·                     La evaluación sobre si se ha obtenido evidencia de auditoría suficiente y competente, o bien, si se requiere hacer trabajo adicional para cubrir adecuadamente los objetivos de las NIA.
·                     La evaluación de los juicios de la Administración en la aplicación de las NIF aplicables, para la emisión de información financiera.
·                     Las conclusiones basadas en la evidencia de auditoría obtenida; por ejemplo, al evaluar la razonabilidad de las estimaciones efectuadas y supuestos considerados por la Administración, en la preparación de los estados financieros.

¿Cómo fortalecer el escepticismo profesional?

En el escepticismo profesional influyen ciertas características personales de comportamiento, como son la actitud y los valores éticos, además del nivel de competencia, es decir, los conocimientos del personal que participa en una auditoría, incluyendo su educación, capacitación y experiencia profesional.
En el escepticismo profesional dentro del equipo de trabajo influyen, tanto las acciones tomadas por los líderes del ambiente profesional en el que se desenvuelven (la firma de auditoría o el gobierno corporativo, en el caso de auditores internos); así como del líder de un proyecto de auditoría en específico.

A nivel firma de auditoría

El liderazgo de la firma de auditoría y los ejemplos que se establecen, influyen significativamente en la cultura interna. Por consiguiente, el “tono en los niveles superiores” y la continua reafirmación de la importancia del escepticismo profesional en los trabajos de auditoría, son influencias importantes en el comportamiento de los individuos.
Algunos ejemplos de actividades que permiten a las firmas de auditoría enfatizar las expectativas sobre la importancia del escepticismo profesional, son:

·                     Establecer políticas y procedimientos para promover una cultura interna que reconozca que la calidad es esencial en el desempeño de los trabajos.
·                     Promover una cultura interna orientada a la calidad, mediante acciones y mensajes consistentes y continuos a todos los niveles.
·                     Establecer políticas y procedimientos diseñados para proveer a la propia firma de auditoría, una certeza razonable de que tiene suficiente personal con la competencia, capacidad y compromiso a los principios éticos que se requieren.
·                     Desarrollar e implementar programas internos de capacitación y educación continua a todos los niveles. Cabe destacar que la competencia del personal depende, en gran medida, de un nivel adecuado desarrollo profesional continuo.

A nivel ejecución de un trabajo de auditoría

A nivel ejecución de un trabajo de auditoría se requiere que el líder del proyecto asuma la responsabilidad sobre la calidad de cada trabajo de auditoría que se le asigne. Sus acciones y mensajes a los demás miembros del equipo de trabajo, deben enfatizar que la calidad es esencial en el desempeño del trabajo, así como para la calidad de la propia auditoría.

¿Cómo fomentar la cultura del escepticismo profesional?

El escepticismo profesional, como muchas otras cosas en la vida, se fomenta con el ejemplo. Es importante que a cada nivel de la firma de auditoría, así como en los equipos de auditoría interna, se fomente una mentalidad escéptica en los individuos, que estén alertas y sean capaces de detectar cualquier situación de riesgo, de buscar motivos, pruebas y justificaciones; inconsistencias; crear explicaciones alternas; establecer vínculos y comprender los motivos y conductas de las personas y considerar la confiabilidad e independencia de las fuentes de información. Se requiere que despierten su curiosidad y den seguimiento a cualquier problema, hasta resolverlo.
En ocasiones, los equipos del cliente pueden influir de manera negativa en las conductas del auditor al pretender imponer fechas límite demasiado exigentes, proporcionando información a última hora o proporcionando respuestas confusas; sin embargo, la revisión oportuna y activa de los miembros del equipo con mayor experiencia, contribuye a reducir el impacto de estas presiones cuando se sienten con la confianza de manifestar, cuando no entienden algo y cuestionar al cliente si detectan inconsistencias.


¿Cómo evidenciar el escepticismo profesional?

El escepticismo profesional normalmente se demuestra en las diversas discusiones sostenidas por el auditor durante el transcurso de una auditoría.
No obstante, la documentación de auditoría continua siendo crítica para evidenciar el escepticismo profesional, toda vez que provee evidencia de que la auditoría se planeó y realizó de conformidad con las NIA y con los requerimientos legales y regulatorios aplicables, las NIA requieren que el auditor cuente con suficiente evidencia (documentación) de auditoría para que, otro auditor con experiencia, que no tenga relación previa con la auditoría, entienda las decisiones significativas tomadas sobre los asuntos significativos surgidos durante la auditoría, las conclusiones a que se llegó sobre estos y los juicios utilizados para llegar a dichas conclusiones.

Algunos ejemplos de circunstancias que son importantes documentar adecuadamente son:

·                     Las decisiones significativas tomadas durante la discusión entre los miembros del equipo de trabajo, respecto a la susceptibilidad de los estados financieros de la entidad a contener errores materiales debido a fraude y las comunicaciones sobre el fraude hechas a la Administración, a los encargados del gobierno corporativo, a los reguladores y otros.2
·                     Los casos identificados o que se sospechen de incumplimiento de leyes y regulaciones y los resultados de la discusión con la Administración y, en su caso, con los encargados del gobierno corporativo.3
·                     La base para las conclusiones del auditor sobre la razonabilidad de las estimaciones contables y revelaciones que den lugar a riesgos significativos, así como a cualquier indicador de posible sesgo por parte de la Administración.4
·                     La información inconsistente o incongruente identificada, sobre un asunto significativo, incluyendo cómo se cubrió dicha inconsistencia.5
·                     La base para las conclusiones del auditor sobre la razonabilidad de las áreas que involucren juicios subjetivos.
·                     La base para la conclusión del auditor, sobre la autenticidad de un documento cuando se emprende una investigación adicional (por ejemplo, el uso de procedimientos de confirmación) en respuesta a condiciones identificadas durante la auditoría que hicieron que el auditor considerará que el documento pueda no ser auténtico.6

En conclusión, dado que el escepticismo profesional es una actitud, un estado mental, resulta difícil que la documentación del auditor capte completamente cómo se aplicó el escepticismo profesional mediante la auditoría.

Aun cuando las NIA indican que no hay una sola forma de evidenciar el escepticismo profesional del auditor, la documentación de auditoría puede proveer evidencia del nivel de escepticismo profesional mostrado por el auditor, mediante las diferentes etapas de la auditoría, desde la documentación de:

·             El proceso de evaluación de aceptación del cliente.
·              La diligencia en la rotación del personal.
·             Las consultas técnicas efectuadas a miembros de la propia firma o a externos, sobre asuntos significativos.
·   El entrenamiento técnico y continuo recibido por los miembros del equipo de trabajo.
·            Las entrevistas con los diversos funcionarios del cliente en las diferentes etapas de la auditoría, etcétera.


Si bien, la documentación de la auditoría no es estándar o rígida, sí es la esencia de la evidencia del trabajo del auditor.

1 Párrafo 13(l) de la NIA 200, Objetivos globales del auditor Independiente y realización de la auditoría de conformidad con las Normas Internacionales de Auditoría.
2 Párrafos 44 (a) y 46 de la NIA 200.
3 Párrafo 29 de la NIA 250.
4 Párrafo 23 de la NIA 540.
5 Párrafo 11 de la NIA 230.
6 Párrafo A10 de la NIA 230.
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C.P.C. Adriana Fabiola Rubio Gutiérrez
Secretaria de la Comisión de

 Normas de Auditoría y Aseguramiento